¿Qué tiene que hacer una para que le «echen el mayo»?

Un post de una intrusa sobre los cantos de «mayos» y las tradiciones a las que acompañan.

El otro día mi paisana Karmento sacó canción nueva: «El mayo florido de Karmento». Manu, que sabe que comparto con él el gusto por el folklore, quiso enseñármela, pensando que me gustaría, y acertó de lleno. Los primeros versos de la letra me llevaron a los mayos de mi adolescencia y juventud, allá en un pueblo de la Manchuela conquense, y a esos primeros amores (soñados, en mi caso) que venían a rondarte a la ventana el 30 de abril. ¡Menuda muestra de valentía! También, de forma menos onírica, me transportó a esas noches de 30 de abril, desde que yo era bien pequeña, en la que mi padre nos llevaba a mí y a mi hermano a escuchar cantar los mayos. Y a los primeros versos del mayo de mi pueblo (Villanueva de la Jara, en Cuenca):

Estamos a treinta del abril cumplido.

Mañana entra mayo de flores vestido.

Evidentemente, como buena persona con incontinencia verbal y demasiada pasión por lo mío, me puse a hablar del tema hasta que obligué a Manu a que me invitase a escribir aquí sobre los mayos. Y aquí estamos (puedo ser muy cansina). Así que nada, al lío.

El canto de los mayos es una tradición más entre la multitud de tradiciones ligadas al inicio del mes de mayo. Todas las que yo conozco están vinculadas a la llegada de la primavera y a distintos aspectos en relación a la misma: el amor, la fertilidad, el resurgir de las fuerzas… Pues bien: los mayos de los que yo hablo se cantan en la zona de La Mancha (aunque sé que hay otras zonas de España en la que la tradición se lleva a cabo de forma parecida) y están vinculados al cortejo. Probablemente hayáis escuchado alguno si os va el vicio este del folklore, puede que el que recogió Eliseo Parra, por ejemplo.

Se trata de un tipo de ronda que se produce la noche del 30 de abril al 1 de mayo. En mi pueblo el orden es el siguiente: se canta el mayo a la Virgen de las Nieves (la patrona del pueblo), a las autoridades (cura y alcaldesa o alcalde) y, después se comienza la ronda por las casas. Durante la misma, la rondalla va de casa en casa cantando a las mozas cuyos novios o pretendientes lo han solicitado. En tiempos los mozos se servían de esta tradición para intentar iniciar noviazgos con las mozas que les gustaban. Si la moza se asomaba al balcón de su casa a escuchar los mayos era que tenía permiso de su familia (fundamentalmente de su padre, claro) para ser cortejada por el mozo y voluntad de aceptar el cortejo. Si, en cambio, no abría la ventana, el mozo tenía que cargar con la vergüenza y las calabazas.

La riqueza musical de esta tradición es inmensa, pues cada pueblo tiene su propio mayo. Yo me sé de memoria y de corrido el de mi pueblo, como no puede ser de otra manera, pero recuerdo que un año mi padre nos llevó a un pueblo vecino, El Peral, para que escuchásemos el mayo de allí y sus continuas referencias a la Virgen del Espino, su patrona.

El mayo, como canción, consiste en seis estrofas de cuatro versos, cada uno dividido en ocho tiempos. Como suele ocurrir con la música tradicional, no se permite que lo perfecto sea enemigo de lo bueno: si nos sobran tiempos se alargan las vocales y aquí no ha pasado nada. Cuentan con melodías repetitivas, fáciles de escuchar y muy identificables. Las letras hacen referencia a la primavera, al amor y a la virgen patrona del pueblo de turno.

Pa muestra, un botón. Este año mi madre, que sabe de mi devoción por los mayos, tuvo a bien grabarlos en audio de WhatsApp y mandármelos. Allá van: Mayos de La Jara interpretados por la Rondalla Santa Teresa. Os dejo también algunas fotografías.

Así que nada, ahí queda eso. Ahora que ya sabéis qué son los mayos y de qué va la cosa, espero que vayáis afinando los instrumentos para el año que viene. Yo estaré bien puesta en la ventana, a ver si hay suerte.